jueves, 26 de octubre de 2017

Vienen cuando hace frío, de Carlos Sisí

Argumento: La crisis económica azota Estados Unidos. Joe Harper acaba de perder su empleo y, con el poco dinero que le queda, decide abandonar Baltimore y mudarse a la cabaña que su abuelo, el mítico Cerón Harper, le dejó en herencia cerca de Sulphur Creek, en las montañas de Canadá. Es un lugar remoto y aislado, ideal para vivir con poco dinero mientras espera a que todo mejore. 

La cabaña está prácticamente en ruinas, pero Joe no se desanima. Reconvertido en pionero, arregla el tejado, repara con tablones el porche y consigue hacerla habitable. Casi enfebrecido por el cansancio, se siente vivo.

Para su sorpresa, pronto descubre que Sulphur Creek se vacía durante los duros meses de invierno. Con cualquier excusa, los lugareños abandonan el pueblo temporalmente. Un hecho curioso, que Joe atribuye a las extremas temperaturas, pero que parece adquirir otro significado cuando uno de sus vecinos le advierte: «No pase aquí el invierno. Ellos vienen. Vienen cuando hace frío».

Fuente: Insolitaeditorial.com 

 

 

Autor: Carlos Sisí, del que tanto había oído hablar, y nunca había probado su escritura. Creador. De aventuras, gráficas o escritas. Muy conocido por la trilogía de "Los caminantes", la novela "Panteón (Premio Minotauro), todas de temática zombi. O "Alma" que es más reciente y podría ser la precursora de ésta, al leer su sinopsis. Sinceramente las novelas de zombis no me llaman mucho, ni las series o películas de este subgénero, por eso al ver que este libro iba por otros caminos, me decidí casi sin pensarlo. Además ha llegado el frío, y no vi mejor manera de celebrarlo, y más en los meses de octubre/noviembre, que yo tiendo a pensar extrañamente que son los meses del terror.


Opinión: Me ha gustado, los primeros capítulos me pusieron los pelos de punta en un par de ocasiones. Los personajes tienen un perfil muy bien construido en unas pocas escenas, en unas cuantas conversaciones. El entorno favorece bastante que el miedo traspase las hojas. El Yukón, una zona boscosa de Canadá que linda con Alaska, es realmente inhóspito. Un lugar que seguro que costó colonizar, me imagino unas guerras sin cuartel, y a los gwich’in defendiéndose, ayudados por el territorio, de los comerciantes estadounideses. Y ya debió ser brutal la batalla por el klondike, en la Fiebre del Oro. Pero lo que de verdad llega, lo que de verdad inunda el lugar donde lo estés leyendo, son los olores. Hay una escena del libro, una caja, algo pequeño, de una enormidad abrumadora, que supone un momento espectacular en el tema este de las fragancias.

                                    Imagen del idílico Yukón, cuando no ha llegado aún el frío


Conocemos que el protagonista, Joe, tiene un pasado familiar, un tío que es una celebridad allí en el Yukón, para el que todos tienen buenas palabras: Cerón Harper. Parece como que es un pionero, un salvador. Según avanza la historia el lector irá resolviendo los misterios que le envuelven. Ahora, si tuviera que decir cuál es el personaje de la novela, me decantaría por Allen, el Watson de Sherlock Joe.

La novela está dividida en tres partes. Una en la que se producen los encuentros, otra en la que empiezan las sospechas, y una tercera en que se desencadena la acción. Ya en la primera, cuando la primera persona llama a su puerta no puedes despegar los ojos de la tinta. En la segunda ya vas de la mano del prota, y sufres por todo lo que empieza a cercarle. Y ya en la tercera solo esperas que no vaya tan rápido hacia el desastre.

El libro está escrito de forma muy dinámica, en ningún momento se hace largo o piensas que te están llevando por atajos. Desde el principio se cuenta poco de la vida de Joe, solo que está en paro, en una situación casi desesperada. ¿Quién no ha pensado en irse a vivir al campo a la casita de algún antepasado? En tres páginas Carlos hace que empaticemos enseguida con él y con su situación vital. La trama no se interrumpe nunca, es una línea recta. Solo hay un momento en el que se cuenta una pequeña historia del pasado, de los pobladores de aquellas tierras, pero para mí fue en un momento cumbre, cuando el poder de la Planicie empieza a atrapar a personajes y lector.

A partir de ahí, hay mundos paralelos, submundos, realidades irreales, criaturas, apariciones, desapariciones… Lo que parece no es, y lo que no te imaginas, resulta ser.


Y la historia no se acaba dejando todo en el aire, se le da un final (o un principio), después de la tormenta llega la calma, la paz, ¿o no?


¡Ah! Una recomendación. Si alguna vez entráis en una cueva, y véis unas pilas en el suelo, os hacéis un favor (seguro) si echáis atrás y desandáis vuestros pasos. 

                                            ✩✩✩✩